Comenzando el año tuve dos logros importantes para mi vida profesional, primero obtuve el grado de maestro en ciencia e ingeniería de materiales y tres días después de que esto sucedió, entré a estudiar el doctorado; grave error, porque eso acabó con la felicidad que hubiera podido tener llevando una vida disipada durante el año.
También comenzando el año dejamos de ser solamente dos y un angelito llegó a nuestras vidas. Y no es que mi cuate el Brando haya tenido un bebé sino que comenzamos a vivir con el angelito de Tatiana (angelito pisteador, pero angelito al fin y al cabo)
Hubo tiempo de romper records, mi mamá enfermó por el mes de marzo (no es que sea alérgica a los marzos, fue en marzo cuando cayó abatida por la enfermedad) y tuve que ir desde ciudad universitaria D.F. hasta Irapuato, Gto. en una hora y cincuenta y cinco minutos, difícil de creer pero las horas jugando wipeout pure prueban que tengo las habilidades para hacerlo.
Abril fue un mes de cambios, cambié a mi fiel Palio (ese que les gustaba tanto a mis amiguitas) por un Yaris, sé que ya nadie puede verme el Palio y tal vez perdí popularidad, pero el Yaris es un gran cochecito también. Y cambiamos de departamento, de mi acogedor bi-recamara en Iztapalapa al ya bien conocido Copilco el alto (debe ser el alto porque vivo en un sexto piso).
En Junio enfrenté por primera vez el terror de los disciplinarios, esos míticos y temidos exámenes que cobran la vida académica de muchos aspirantes a doctor año con año en la UNAM, en ese enfrentamiento de mitad de año salí bien librado y aprobé Matemáticas y Propiedades Mecánicas.
Al salir de vacaciones visité dos puertos, el de la Vera-Cruz y el de Huatulquis ambos muy bonitos y divertidos, a excepción de ese muerto que me tocó sacar del agua en Huatulco, todo fluyo con gran calidez hacia mi persona.
En agosto regresaba a mi vida común de castigador y castigado, castigador con mis alumnitos en la Anáhuac y castigado con mis profesorcitos en la UNAM; todo marchaba de maravilla hasta que algo malo empezó a suceder con mi cuerpo, en septiembre tuve un aumento de presión arterial a 180/120 que me mandó directo al hospital (realmente sentía que moría).
Durante todo septiembre fueron varias visitas a diferentes hospitales, estudios de sangre y toneladas de pastillas al grado de que tuve que dejar de ser castigador y también de ser castigado, a esa altura del año mi mamá protagonizó el rescate y fue ella quien me llevó a Irapuato para convalecer con mis papás a gusto (seguía sintiendo que moría), todo ese proceso finalizo en una operación por una hernia hiatal, con una recuperación lenta y sin alimentos que me dejó fuera de combate hasta mediados de octubre.
Fue a mediados de octubre y con seis kilos menos que regresé a tratar de salvar lo perdido, desde ese momento y hasta el 10 de diciembre mi vida fue estudiar y estudiar y comer y estudiar y dar clases. Ese 10 de diciembre tuve mi segundo enfrentamiento con los exámenes disciplinarios y que hasta el próximo año (es decir en unas horas) sabré los resultados.
Como pueden ver, el balance parece bueno y en realidad doy muchas gracias a Dios por su infinita misericordia y todas las bendiciones que día a día me da; pero, sin afán de exagerar sentí que en este año dejaría de existir, así que solo tengo dos cosas que añadir a esta entrada: 1. Gracias a todos los que me acompañaron y vivieron este año junto a mí y muy muy feliz 2010 lleno de éxito, amor, felicidad y cosas chingonas, (si no leen mi blog no pueden recibir mis agradecimientos y felicitaciones) y 2. ¡Largo de aquí 2009!